jueves, 19 de mayo de 2011

Prosa poética sobre el número cero.

Que misión extraña, que profunda ingeniería de la nada, lleva algún día a los torpes humanos, a concebir un número tan raro, tan nadie y tan ninguno, como el número cero.
Será quizás porque cero veces he sido amado de veras, habiendo creído falsamente noventa y nueve, pero el cero tiene un misterio íntimo, una connotación entrañable, en su hermoso decir que no dice. Acaso los demás números cuentan nuestros anhelos, matematizan nuestros deseos, indagan en nuestras intenciones que siempre resultan fallidas. En cambio, no hay humano alguno que haya sido engañado alguna vez por el número cero. Yo con él cuento mi realidad, con los otros enumero mis fantasías.
Intuyo que el cero contiene la música primordial anterior al tiempo. Y no quiero creerlo, pero quizás, la muerte sea el ocaso del uno al nueve, y sea para siempre, el reino indiscutido del cero. Dios dirá, en quien creo novecientas noventa y nueve veces, pero con un amor profundo por los que dicen, creo cero. Este escrito pudo quedar en la intimidad de lo que nunca fue escrito, acaso sea leído cero vez, y en eso, a pesar de las limitaciones, roza lo ilimitado, lo eterno… lo cero. Vaya para ese número que no enumera, mi auténtica admiración por quienes lo crearon. Haber creado el cero, para los humanos, debió ser parecido a concebir un hombre desnudo de hombre, desnudo de si mismo, o un universo que no fue, ni es, ni será. Y un estremecimiento muy hondo, debió sentir su autor, que por alguna razón, quizás prefirió no haber existido nunca. En mi ignorante superstición, imagino que el cero fue imaginado por primera vez, por una mujer hermosa, excitada y sola, en una isla abandonada. Aves de rapiña comieron su cuerpo y llevaron la buena nueva a los solitarios marineros….que la desearon y ya nunca, nunca, nunca, cero veces, pudieron poseerla.


Poemítico sin nombre sobre una mujer.

La intuyo
mujer suelta
en mundo prisionero.

Y no quiero nombrarla
porque el nombre es una señal de propiedad
que sobre los hijos
inventan sus padres.

(El nombre de las personas
es marca de hierro candente
que sobre vacas y caballos
imprimen sus dueños)

Ella no es como todas y todos.
Ella es novilla sin amos, yegua de ninguno.

(La comparación no es degradante,
porque ya se sabe que los animales son superiores,
nunca arrojaron la bomba atómica sobre Hiroshima)

Se trata simplemente
de una mujer libre en un mundo cautivo
y yo quiero encadenar esa mujer
a este poema, para liberar el mundo.

Nadie le ponga un nombre. Que los nombres quedan prohibidos.
Porque el destino de esa mujer, quiero que ande suelto, aunque se llame Cristina.

domingo, 20 de febrero de 2011

Soneto de disculpas, sobre Hernández y Martín Fierro.

En las afueras de mi frágil mente
sembré un poema algo frívolo y torpe
suscitando algunos buenos reproches
de quienes leyeron muy diligentes

Se trata de uno de los más valientes
y de los buenos escritos del orbe
Martín Fierro gaucho ducho y buen hombre
bien conocido por toda la gente.

Jugué a que Hernández era homosexual
con palabras de discriminadores
y la jugada salió un poco mal.

Yo hice un escrito como carnaval
y me pegaron los admiradores
que casi me mandan pal hospital

Soneto para una literatura de la denuncia.

Las espigas que se elevan al cielo
como pidiendo perdón por la tierra
por el hambre, la miseria y la guerra
en mi conciencia no alcanzan consuelo

Estoy enojado hace mucho tiempo
con estas formas de vida violenta
disfrutarlo todo como una fiesta
cuando otros sufren injusto tormento

Y quiero iniciar la dura batalla
para sembrar en mis versos delicias
convertirme en hombre y no ser canalla.


Porque en el mundo sobra la codicia
y falta en el arte que nos hermana
la voz incesante de la justicia.

jueves, 17 de febrero de 2011

José Hernández ¿gay?

Aquí me pongo a decir

sin guitarra ni vigüela

cosas que olvida mi abuela

de cuando yo era gurí


Otros chicos en la escuela

al fútbol jugaban ellos

los miraba que eran bellos

¡aguantáte esta ciruela!


Quería ser toda nena

pa que me miren los nenes

pero me sobraba pene

¡y me faltaba la estrecha!


Un día en el baño aquél

un chico me apoyó el bulto

y en vez de dar un insulto

me moví cual cascabel.


De entonces que me hice puto

no se lo digan a naides

me cogieron hasta frailes

y la voy de macho ducho.


Ahora puedo decir

de nombre soy José Hernández

desde el mar hasta Los Andes

como un hombre yo parí.


En mi seno lo formé

a don Martín Fierro, mi hijo

es mi orgullo más querido

¡y de siempre que lo amé!


Sepan que sin ser mujer

como debiera haber sido

parí de veras un hijo

¡más no puedo pretender!


jueves, 27 de enero de 2011

De soledades y un gato.

en qué lugar exacto, continúa su vida
la canción que no se cantó
el poema no escrito
la pintura que no trascendió al pincel

dónde habita
nuestro hijo, que no tuvimos

y por qué
el amor entre nosotros nunca ocurrió

en la cuna donde no durmió ningún niño
el gato sueña estas soledades mías, con la precisión de un reloj