jueves, 24 de abril de 2014
Poema imperfecto
para ponerle nombre a tus silencios
y desentrañar este amor que no se.
Quería decir de tu alma
su toque ultramarino y su delicadeza en sombras
pero apenas pude
decir de tu cuerpo que extraño
terrícola y luminoso
un poema como vos, un poema como yo
soberanamente imperfecto
como este que hoy
estoy pariendo.
viernes, 22 de febrero de 2013
jueves, 19 de abril de 2012
Un elefante le contesta al Rey de España.
Has pedido perdón y para nosotros no era necesario. En nuestro mundo no existen “represalias” como en el vuestro. Ni pienses que una manada de los nuestros, pisoteará a tu gente y destruirá tu reino. Así no actuamos nosotros, vosotros, sí.
Somos de la naturaleza, y no sabemos de palabras. Lo cierto, es que mi hermano estaba vivo, y hoy está muerto. Eso es todo.
Me dicen que tu gente pasa un momento malo. Y agregan que gastaste cuarenta y seis mil euros, para matar a mi hermano. Que no lo vuelvas ha hacer, ¿será un acto de arrepentimiento o una profecía autocumplida de que se te acabará la plata?-
También supe que en otros tiempos, tus predecesores (podría haber dicho “depredadores”), extirparon de la faz de la tierra a los pueblos americanos originarios. Sería bueno que a los pocos sobrevivientes les pidieras perdón, ellos, ellos sí pueden escucharte… quizás… nosotros, nosotros no sabemos de palabra.-
Has pedido perdón, pero para nosotros no era necesario, no sabemos culpar a nadie y simplemente, cuando nos dejan, vivimos. Pero en mi reino se mata para comer, no como en el vuestro, que se mata también por diversión.
Ocurre que en el reino animal no nos aburrimos nunca, no sabemos de eso, y por eso nuestra diversión es siempre la vida, no la muerte.-
Yo espero que a tu gente le vaya bien, que se reconozca la verdad de que son todos iguales y… digamos la verdad… todos tienen sangre roja y ninguno sangre azul… luego… ¿por qué en lugar de pedir perdón no abdicas, para bien de los españoles y de todos los humanos?
jueves, 2 de febrero de 2012
Tentativa para una revisión de nuestro lenguaje falaz.
Alguno puede suponer que ciertas cosas no tienen nombre, porque … si nomás. Reflexionen sobre el tema. Lo que no se nombra, lo innombrable, indudablemente es porque no … queremos saberlo. No queremos saber una hermosura que nos regala la naturaleza, el aroma de los jazmines, porque no cotiza en bolsa, o porque no sirve para los fines de nadie. No queremos saber eso que es tan secreto e íntimo, y no lo queremos comunicar, por egoísmo, por eso no le ponemos nombre a nuestro primer gozo humano intenso, la primera eyaculación del hombre, el orgasmo primero de la mujer. No queremos mirar el dolor que nos puede pasar, por eso no le ponemos nombre a los padres que se les muere un hijo, si muere un cónyuge, viuda o viudo, si mueren los padres, huérfanos… pero… la pérdida de un hijo es tan dolorosa, que no tiene nombre establecido para los padres que la sufren.
Así como se está trabajando en ciencias duras, con el mismo rigor con que juegan los niños, así... ha llegado la hora que trabajemos para ponerles un nombre… a las cosas que nunca se dicen. Y repasemos la justicia de aquellas que sí se dicen… por ejemplo… “la mujer del prójimo”… ¿qué significa? que la mujer no es de “ella” misma, sino de “otro”… ¿acaso la mujer es una cosa que tiene dueño, y un dueño tan asqueroso que es… otro… y no yo? hay cosas de las que nadie se ocupa. Revisar el lenguaje, por ejemplo. Me quiero avocar a ello. Alguna mujer me lo va a agradecer, ya la tiene cansada el mismo prójimo siempre, quiere ser mía.
viernes, 27 de enero de 2012
Cuatro haikus sin nombre
en la penumbra
la luz siente la pena
de quien no alumbra
2)
pasan los años
y nadie sabe bien
cuando pasaron
3)
no me contenta
sentirme medio vivo
o muerto a medias
4)
igual canción
en tu garganta suena
canción distinta
jueves, 19 de mayo de 2011
Prosa poética sobre el número cero.
Será quizás porque cero veces he sido amado de veras, habiendo creído falsamente noventa y nueve, pero el cero tiene un misterio íntimo, una connotación entrañable, en su hermoso decir que no dice. Acaso los demás números cuentan nuestros anhelos, matematizan nuestros deseos, indagan en nuestras intenciones que siempre resultan fallidas. En cambio, no hay humano alguno que haya sido engañado alguna vez por el número cero. Yo con él cuento mi realidad, con los otros enumero mis fantasías.
Intuyo que el cero contiene la música primordial anterior al tiempo. Y no quiero creerlo, pero quizás, la muerte sea el ocaso del uno al nueve, y sea para siempre, el reino indiscutido del cero. Dios dirá, en quien creo novecientas noventa y nueve veces, pero con un amor profundo por los que dicen, creo cero. Este escrito pudo quedar en la intimidad de lo que nunca fue escrito, acaso sea leído cero vez, y en eso, a pesar de las limitaciones, roza lo ilimitado, lo eterno… lo cero. Vaya para ese número que no enumera, mi auténtica admiración por quienes lo crearon. Haber creado el cero, para los humanos, debió ser parecido a concebir un hombre desnudo de hombre, desnudo de si mismo, o un universo que no fue, ni es, ni será. Y un estremecimiento muy hondo, debió sentir su autor, que por alguna razón, quizás prefirió no haber existido nunca. En mi ignorante superstición, imagino que el cero fue imaginado por primera vez, por una mujer hermosa, excitada y sola, en una isla abandonada. Aves de rapiña comieron su cuerpo y llevaron la buena nueva a los solitarios marineros….que la desearon y ya nunca, nunca, nunca, cero veces, pudieron poseerla.
Poemítico sin nombre sobre una mujer.
mujer suelta
en mundo prisionero.
Y no quiero nombrarla
porque el nombre es una señal de propiedad
que sobre los hijos
inventan sus padres.
(El nombre de las personas
es marca de hierro candente
que sobre vacas y caballos
imprimen sus dueños)
Ella no es como todas y todos.
Ella es novilla sin amos, yegua de ninguno.
(La comparación no es degradante,
porque ya se sabe que los animales son superiores,
nunca arrojaron la bomba atómica sobre Hiroshima)
Se trata simplemente
de una mujer libre en un mundo cautivo
y yo quiero encadenar esa mujer
a este poema, para liberar el mundo.
Nadie le ponga un nombre. Que los nombres quedan prohibidos.
Porque el destino de esa mujer, quiero que ande suelto, aunque se llame Cristina.